Mi ventana al mundo

Las ideas de esta sección son fruto de mis conversaciones con el filósofo e investigador independiente Francisco Umpiérrez Sánchez.

1. Vida de masas

La vida de masas no anula al individuo, lo enriquece. Si quiero ser un escritor con tensión creativa debo incorporar en mi ser social, la vida de masas.

2. Vida exterior y vida interior

En mi familia siempre se hizo muy poca vida de masas. El disfrute y la planificación del ocio no eran valores importantes, más bien cosas superfluas o secundarias. Los valores eran la austeridad, la disciplina y el compromiso hacia el otro; en consecuencia la educación recibida en términos perceptivos era escasa y poco diversa: De ahí que mi sensibilidad en la observación del mundo exterior tenga serias deficiencias.

A esto se le suma la etapa de mi vida, veinticinco años, en los que estuve con un grupo de amigos muy íntimos que se relacionaban con el mundo por medio de una serie de valores que estaban impuestos por un mentor. En aquel círculo de amistades estos valores regían nuestro comportamiento y lo controlaban. Comencé a juzgarme en base a ese código. Mi atención se centró no hacia el exterior sino más fuertemente al interior y me puse en vigilancia moral conmigo mismo utilizando estos valores morales externos, ajenos. Todo era autoobservarme para juzgarme. Esto me hizo mucho daño. 

El disfrute sensible de una vida exterior fue del todo barrido.

3. Percepción, representación y concepto 

La percepción es lo que aporta mayor riqueza y viveza a la conciencia.

Ver, tocar oír, oler, saborear son actos que nos proporcionan múltiples y diversas determinaciones del mundo exterior.

En el nivel de la representación se anula una importante parte de esta riqueza y viveza. Representarse, recordar, imaginar o soñar son actos que partiendo de los anteriores actos perceptivos hacen abstracción de muchas de las determinaciones que ellos nos aportan.

Finalmente, en el nivel del concepto o del pensamiento o del lenguaje (aquí los tres son equivalentes) se hace una abstracción mayor de aquellas determinaciones.

El hombre con los conceptos elaborados, es decir, habiendo transitado el ciclo percepción, representación y concepto, debe volver con su concepto a la percepción, para percibir el mundo con él y para ahora, corregirlo y enriquecerlo. Así una y otra vez. El ciclo dura la vida del hombre. El ciclo es infinito para la especie humana.

Si alguien no hace vida exterior, vida perceptiva, el concepto no se renueva. La etapa de la percepción es siempre el punto de partida de la renovación del concepto.

4. Existencia histórica universal frente a existencia local

El hombre puede llevar una existencia histórica universal o una existencia local. Las condiciones materiales que elige o en las que le toca vivir son determinantes para su configuración espiritual en uno u otro sentido, aunque nadie lleve enteramente una u otra existencia.

El mercado es algo que determina la existencia histórica universal del hombre. Si vivimos en una gran ciudad estamos expuestos a múltiples y diversos estímulos y no así si vivimos en un lugar aislado y pequeño. Marx dice: «La riqueza en las sociedades donde predomina el modo de producción capitalista se presenta como inmensa acumulación de mercancías (…)» Vivir en una gran ciudad nos permite tener una relación sensible más intensa con esta inmensa acumulación de mercancías. Y esta es producida por la clase trabajadora mundial. En ese sentido vivir en una ciudad implica llevar una existencia más histórico universal que local. Se trata pues de minimizar nuestra existencia local y ampliar nuestra existencia histórico universal.

Esta es una condición material que cualquiera que persiga tener un desarrollo personal e intelectual más concreto debe elegir si esta en posición de hacerlo.

5. Lo sustancial frente a lo accidental en el sistema capitalista

Warren Buffet dijo que las crisis son los mejores momentos para enriquecerse.

Se produce la crisis de 2008 que afecta a las hipotecas del sector inmobiliario.

¿Cómo se produce?

Los hipotecados no pueden pagar sus hipotecas y se producen impagos.

Los bancos se hacen propietarios de las viviendas hipotecadas.

Los hipotecados pierden todo el dinero pagado hasta ese momento a los bancos y la vivienda.

Hay un exceso de vivienda en el mercado.

Los precios de las viviendas en consecuencia caen y por ello, el valor de las mismas.

Al caer el valor de las viviendas en general, el valor de las viviendas en manos de los bancos cae y en consecuencia se disminuye el activo de los bancos, lo que tienen, muy por debajo del pasivo, lo que deben.

Esto provoca que los bancos entren en quiebra y que el Estado tenga que rescatarlos aportando ingentes sumas de dinero.

Los bancos encuentran en los fondos de inversión a sus principales compradores de viviendas y empiezan a vendérselas. Los fondos de inversión las compran a precios muy bajos.

La propiedad de esas viviendas pasa de los bancos a los fondos de inversión. Este cambio lleva aparejado que las condiciones de los alquileres de esas viviendas cambien en perjuicio de los arrendatarios.

Por último, los fondos de inversión esperan unos años a que las viviendas se revaloricen y las venden a un precio muy superior del que las adquirieron.

Está lo sustancial y lo accidental. Está lo legal y lo legítimo

La situación antes descrita es sustancial al sistema capitalista, no accidental y luego es legal, pero no legítima.

Como es ilegítima es irrelevante que sea legal.

Cualquier caso de corrupción, sea del signo político que sea, es accidental al sistema capitalista, no sustancial. No importa tanto su naturaleza ilegal, en tanto que no es sustancial al sistema capitalista

Por lo tanto hay que discutir en el marco sustancial – accidental, y no en el legal – ilegal y esto los intelectuales y dirigentes de izquierda no lo han fijado con claridad en la lucha ideológica.